domingo, 12 de agosto de 2012

Fui a ver Prometheus pero os voy a contar otra película.


Señores y señoras, distinguido público cinéfilo. Al igual que muchos de ustedes imagino, el que les habla es humano, y los humanos, que son seres más o menos racionales, cuando quieren realizar una actividad como por ejemplo 'ir a ver Prometheus' pues buscan la opinión de otros humanos, a fin de hacer rentable su inversión cultural. Les comprendo, es normal.

Pues bien, yo sí he ido a ver Prometheus, y podría, si quisiera, hasta hacerles una crónica de lo que me ha parecido o me ha dejado de parecer, pero no voy a hacerlo, voy a hacer algo mejor. Y me explico, porque esta decisión tiene un contexto apropiado.

Era miércoles. Yo y mis joviales amistades – las cuáles descubrí que no saben quienes son los Monty Python, así que ahora son ex-amistades–, nos dirigíamos a probar una nueva experiencia.
Resulta que, no sé en sus respectivas ciudades, pero aquí en Valencia el cine es un hobby costoso para unos inocentes jovenzuelos sin unos ingresos concretos. Por ello decidimos que, si queríamos seguir viendo cine de estreno sin arruinarnos en el intento, debíamos amoldarnos a un curioso y no muy moderno invento llamado autocine.
Y así, por dos míseros euros cada uno, pudimos ver finalmente a los forenses interespaciales de Prometheus. Y no sólo eso, sino que se nos dio derecho a otra película más, de la cuál voy a hablaros hoy, y que se titula, agárrense fuerte, Sácame del paraíso.

¿Por qué les hablo de esta comedia romántica en vez de hablarles de la película de moda? La respuesta es simple. En primer lugar, porque cuando acabé de ver Prometheus me quedé igual que estaba al principio, y sin haber visto Alien, poco más tengo que comentarles sobre su precuela sinceramente. Y en segundo lugar, porque reseñas de Prometheus he leído a patadas estas últimas semanas, ¡hay muchísimas vaya! Si quieren, aquí les dejo dos para su deleite:

ProMEHtheus - Por RdUtcB
Prometheus - Por El Tipo de la Brocha

Y ahora, dejen de llorar con tanto Prometheus 'parriba, Prometheus 'pabajo, y escuchen lo que tengo que decirles.



No les voy a engañar, la película es una comedia romántica como es obvio, pero si son ustedes del género opuesto al femenino y tienen una novia, o parienta, o amiga con derecho a roce, que es un poco melosa y les obliga invita a verla, sepan que esto es lo que se van a encontrar. Y si son ustedes féminas pues lean, aunque sea para ver si concuerdan conmigo en que es un truño.

 Pero no me entiendan mal, a mí me han gustado varias comedias románticas, y sé cómo son y que puedo pedirles, por eso digo con gran criterio – y está mal que yo lo diga–, que es muy floja, independientemente de que a mí me agraden más o menos este tipo de películas. ¿El porqué? Muy sencillo, han estropeado una historia perfectamente buena.

La historia versa sobre George (Paul Rudd) y Linda (Jennifer Aniston) una pareja de neoyorkinos que, cuando se ven incapaces de seguir pagando una hipoteca en la gran ciudad, venden su piso y se marchan a vivir con el hermano de él, a Atlanta 'na más y 'na menos. El hermano de George es un perfecto gilipollas, tanto que George y Linda, por cosas del destino, y principalmente por no aguantar a la familia del susodicho, acaban viviendo en una comuna hippie llamada Elysium. Una trama chachi.

No sé que me gusta más, si la idea de irse a vivir con la familia del hermano, que están interpretados magistralmente – sobretodo él–, y que son un auténtico show; o la idea de irse a vivir a una comuna, con todo el elenco de personajes buenos que se podrían sacar de ahí, del estilo de Arakawa Under The Bridge pero practicando el amor libre.
Para desgracia del público, el director, David Wain, no consigue sacarle verdadero partido a ninguna de las dos situaciones, tanto por el laconismo de la estancia en casa del susodicho hermano cómo por el atotal interés que despiertan los residentes en Elysium.

Y ahora viene la parte donde digo lo que me gusta y lo que no me gusta.

Empezando por los personajes principales, George debería gozar de una inestable y cambiante personalidad, no obstante, el actor que lo interpreta parece que no se ha percatado, «¡Estoy harto de tal cosa!» o «¡Estoy harto de tal otra cosa!» es básicamente lo que parece reiterar una y otra vez. Además, George está enamorado de Linda, y parece que nuestro amigo Paul de eso tampoco se ha enterado, ni un ápice de sentimiento en su rostro cuando se reconcilian, acto que por cierto, acaece varias veces durante el film. Por último, George debe ser un personaje vehemente e impetuoso, pero los someros impulsos de Rudd son tan creíbles como el talento musical de Navajita Plateá.

Rudd y su expresión estándar.

En cuanto a ella, que Jennifer Aniston era una actriz encasillada en el papel de chica pija es algo que ya conocíamos, pero es que además, su personaje es altamente cansino y odioso. ¿Puede ser culpa del doblaje? Pues, aunque lo dudo, sí, podría serlo, pero sólo en parte ya que su rostro y sus inanes gestos son repetitivos y monótonos, y eso amigos, no es imputable al doblaje. Ojo, Jennifer Aniston es una actriz muy prolífica y bastante correcta en mi opinión, así que estoy convencido de que la culpa una vez más recae sobre el director que, cómo ya os digo, se ha lucido.

Nótese que en el caso de él, lo que no me gusta es el actor, y en el caso de ella el personaje. Entendu?

Me gusta Rick. El hermano de George es sin duda lo mejor de la película, no ha pasado ni un minuto en pantalla y ya te provoca unas irrefrenables ganas de abofetearle, porque lo ves a él y ves a un gilipuertas de tres pares, ¡chapó oye! Sus intervenciones son lo único bueno de todo guión por lo visto. Chistes racistas, bromas estúpidas o de mal gusto y nula cortesía, un cóctel perfecto.

Oye David, mete a una jamelga enseñando cacho para
que no se aburran los sufridos acompañantes.
¡Y que parezca que está siempre cachonda eh!

Otra de las grandes faltas de la película se da cuando, en los últimos minutos, todo se solventa en un visto y no visto, quedándose a un paso de decirte que todo aquello era un sueño.
Sale una periodista periodisteando y te cuenta en un par de minutos cómo se han resuelto todos y cada uno de los conflictos, ¡todos contentos ale!, ya te puedes levantar e irte a tu casa más feliz que unas pascuas. Alguien debería decirle al director de marras que no pasa nada si alargas unos minutos la duración. Parece que la hora y media que duran todas las comedias románticas debe estar establecida por convenio, sino no se justifica.

En resumen, David Wain, sumate otra espléndida bazofia a la lista de fracasos, detrás de Mal Ejemplo y The Ten, por cierto, ambas con Paul Rudd de por medio. Quizás deberías replantearte esta amistad tuya con ese actorucho de tres al cuarto; y viceversa, él debería plantearse no aceptar más papeles de un director tan inepto como tú.

2 comentarios:

  1. ¿Jennifer Aniston haciendo una mala película? ¡Debe de haber un error!

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    1. Quizás me haya equivocado y debiera verla otra vez para asegurarme, pero prefiero confiar en mi instinto.

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